En reciente entrevista, Marisol Garzón, hermana del legendario comediante y periodista Jaime Garzón, sugirió a un medio de comunicación: "Yo creo que nadie olvida dónde estaba el día que mataron a Jaime Garzón".

En un país donde tristemente los asesinatos se convirtieron en un elemento propio del transcurrir cotidiano, este caso se colocó en una vitrina especial puesto que la víctima se llevaba consigo la voz de muchos que carecen de atención a la hora de anunciar sus limitantes y desventajas.
El repudio fue total y se ha mantenido. Nuevamente los terroristas actuaban cobardemente tratando de acallar a quienes han dispuesto una misión casi altruista en busca de construir una Colombia con justicia social y blindada contra el delito de cualquier origen.
Iba camino en su Jeep Cherokee gris a las instalaciones de Radionet, emisora para la cual trabajaba bajo la dirección de Yamid Amat, cuando dos sicarios en una moto con placas ocultas lo alcanzaron en el barrio Quintaparedes de Bogotá, al haberse detenido en el semáforo. Lo llamaron por su nombre y luego dispararon en cinco oportunidades.

Enemigos se podían contar en cantidades. Su manera original de gritar a los cuatro vientos las verdades vergonzosas del país tocaron fibras sensibles en muchos sectores susceptibles. Motivos para callar a Garzón habían de sobra.
Su gestión como facilitador y mediador para liberaciones de secuestrados por parte de grupos guerrilleros, su carácter guerrero en torno a causas justas para el ciudadano de a pie, y la crítica constante a la irresponsable y manchada clase política nacional, sumaron puntos en contra de su integridad.
Siempre tuvo un interés 'robinhoodesco' en pro de los más desvalidos. Fue alcalde menor en la localidad de Sumapaz en Bogotá, hasta su destitución por parte del entonces alcalde mayor, quien en el futuro se convertiría en centro de sus editoriales, el actual expresidente Andrés Pastrana.
Previamente fue testigo del secuestro de Pastrana el 18 de enero de 1988, por ser su jefe de giras, sugiriéndole a los actores, pertenecientes al cartel de Medellín, que lo llevaran también. Irónicamente ese respaldo contrastó con el futuro periodístico y político. Incluso, el día de su muerte estaría en un acto de restitución simbólica en la alcaldía menor, con restitución económica al haber ganado la demanda respectiva.

Su convicción superó a tal punto la cordura que llegó a unirse a un brazo del ejército de Liberación Nacional (ELN) durante tres mese,s con el alias de 'Heidi', ya que al demostrar una torpeza total con las armas, el jefe guerrilelro 'Gabino' le insinuó ser la 'niña de los montes'.
Su trabajo subversivo no estaba ligado a los combates armados. Su función 'guerrillera' se limitaba a desenterrar las 'arcas monetarias' para evitar que los billetes se degeneraran por causa de la humedad. En esta experiencia notó claramente que estaba en el lugar equivocado.

Sin embargo, este estigma se sostuvo infortunadamente a lo largo de su vida pública, por lo cual no fue difícil relacionar a la extrema derecha con la autoría intelectual de su homicidio muchos años después.
La televisión fue una puerta al estrellato. En 1987 apareció en el noticiero de las 7, gracias a que su director, Antonio Morales Riveira, descubriría las dotes de imitador del entonces alcalde de Sumapaz. Pero fue cinco años más tarde cuando desarrolló su potencial.
Desde 1990 hasta 1993 hizo presencia en su primer programa: Zoociedad, con el cual hizo parodias políticas y sociales, obteniendo gran sintonía.

En 1997 se unió a Radionet de CM& y al programa Lechuza de Canal Caracol, con su último y más recordado personaje, el embolador Heriberto de la Calle, con el cual hizo entrevistas bastante alocadas a diferentes personajes colombianos.
Fuese en el ámbito público, en la militancia izquierdosa, en el periodismo, o a través del humor político, siempre manifestó un deseo de servir apostólicamente a la comunidad, estilo que muchos interpretaron como colaboración a la guerrilla, como fue el caso del excomandante del ejército Jorge Enrique Mora Rangel.
Desde entonces fue blanco de múltiples amenazas, siendo la de las Autodefensas unidas de Colombia (AUC) la más peligrosa, ya que su nombre fue vinculado junto al de la senadora Piedad Córdoba, a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Entre 2000 y 2001 fueron arrestados alias 'Bochas' y Edilberto Sierra, sindicados de la autoría material del homicidio; y se vinculó a Carlos Castaño formalmente al caso, en estado de reo ausente. Sin embargo, el 3 de enero de 2002, en forma descarada e inexplicable, la investigación fue cerrada.
Después de once años son muchos los sinsabores que deja su ausencia, pero muchísimos más los recuerdos gratos, las opiniones francas y certeras, y en algunos casos sus enunciados casi proféticos (como el fenómeno Álvaro Uribe).
El legado de Jaime Garzón es imborrable. Los delincuentes colombianos no han entendido la magnitud de su estupidez. A mayor acción terrorista, mayor el rechazo de la sociedad, y maor solidez hay en el trabajo de los héroes contemporáneos.

Amigo de muchos que nunca le vieron en persona, pero que le siguieron de cerca por unanimidad. El presentador, reportero, embolador, cocinero, celador, y funcionario público más querido de Colombia será siempre recordado. Esta nación sigue escribiendo los capítulos más trascendentales de su libro con tinta de sangre.
¡Paz en la tumba de Jaime Garzón!