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martes, 21 de septiembre de 2010

EL FILTRO DEL AMOR

Amor. Según la Real Academia de la Lengua Española, esta palabra significa "Sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear".

Ha entrado en un uso tan excesivo y apresurado, que la mayoría de los seres humanos han  adoptado visiones, interpretaciones, modificaciones, condicionamientos y posiciones que se alejan de su esencia natural.

Para unos es un sentimiento humano de alto impacto, para otros la manifestación de las mejores intenciones de cualquier persona, para otros un paraíso utópico, otros tantos le creen una mentira dañina, muchos lo reducen a una excusa sexual, y no faltan quienes lo reducen a conceptos noeristas.

Pero en verdad, ¿qué es el amor? Es tan simple que no se enreda con los atavíos insignificantes que vende el mundo contemporaneo, y tan complejo que la sumatoria de las definiciones de todas las virtudes humanamente conocidas no lo podrían encerrar.

La explicación es sencilla. La razón y la psicología humanas no pueden dar un concepto absoluto y satisfactorio, porque el amor no pertenece a esta naturaleza, a este mundo: "El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor" (1 Juan 4:8)

Al desconocer la esencia del amor, resulta más complicado percibir quién ama a quién en forma genuina, y aun más, si en verdad solemos dar amor como muchas veces lo creemos.

Por tal razón, la mejor manera de conocer al amor, es conociendo a Dios. Para reconocer el "amar" como un dinamismo eterno, no como un esfuerzo inalcanzable, es necesario acudir a la bibliografía por excelencia en el tema: el capítulo trece de la primera carta de Pablo a los corintios (versos 4 al 8).

Empezando, "El amor es sufrido,  es benigno...". La naturaleza del amor es comprometer, pagar un precio, y por ende, estimular las fibras más sensibles, pero siempre con el objetivo de aportar cosas cada vez mejores al corazón.

"...El amor no tiene envidia,  el amor no es jactancioso,  no se envanece...". El crecimiento del otro aumenta el amor, antes de menguarlo; se inclina más hacia la humildad que a la pretención.

Además "...no hace nada indebido,  no busca lo suyo,  no se irrita,  no guarda rencor...". No requiere de 'pruebitas' para subsistir, porque prefiere dar antes que recibir; es lleno de mansedumbre (no de estupidez), a tal punto que deja lo malo enterrado para siempre en el olvido.

"...No se goza de la injusticia,  mas se goza de la verdad...". Es puro en su esencia, en su concepción, en su desarrollo, en sus fines y en sus medios, porque su buen  testimonio es el que lo legitima.
También "...Todo lo sufre,  todo lo cree,  todo lo espera,  todo lo soporta...". Es fuerte, muy fuerte, el más fuerte. Sabe que a los más grandes se les exige más, y es capaz d salir airoso ante toda adversidad, porque está lleno de confianza, de tranquilidad, de paciencia.

Para finalizar "...El amor nunca deja de ser". La frase ridícula 'Se me acabó el amor' demuestra inmadurez y ridiculez. Nada más antitético. El amor ha sido, es y será (Hebreos 13:8). Es por eso que al hallarlo, no hay comparación con ningún tesoro.

Muchos prerrequisitos para garantizar que hay amor de por medio, para Dios, para nosotros mismos, para nuestras familias, para nuestra pareja, para el mundo, para quien sea.

Conociendo esto se requiere hacer un alto en el camino y meditar con sinceridad. ¿En verdad amo? ¿Quienes dicen amarme, lo hacen de verdad? Aprendamos del Único que sabe amar (Ro 5:8)

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