El grupo guerrillero colombiano de las FARC retomó el proceso para la liberación de los soldados Pablo Emilio Moncayo y Josué Calvo, así como la entrega del cadáver del mayor de policía Julián Guevara, en un acto "unilateral" y "humanitario". De otra parte, ETA manifestó su deseo de buscar una solución política para el conflicto, según declaraciones en el diario vasco 'Gara'.
Cualquiera podría interpretar estos gestos como valiosas expresiones de sinceridad y voluntad de paz; especialmente en ciertos países europeos que mantienen un aire romántico, otorgando un perfil 'robinhoodesco' a agrupaciones delincuenciales. Pero en los detalles de forma se encuentran los 'peros' de fondo en estas extrañas posiciones.
El grupo terrorista español no considera necesario deponer las armas, pese a su supuesto deseo de paz, con el fin de garantizar su proyecto de Euskal Herria o País Vasco. Más de ocho centenares de muertes son atribuidas a esta lucha equívoca. Cómo hablar de salidas diplomáticas cuando se arraigan las manos sobre las armas?
Los guerrilleros colombianos insinúan un deseo de paz y justicia social para el país, amparado en el retorno a la libertad de dos secuestrados militares, en forma similar a otras liberaciones ocurridas en los últimos dos años. No obstante, y bajo cierto tono curioso, coinciden ciertas bitácoras políticas que alimentan imágenes de algunos, con estos hechos.
Además, anuncian acciones justas días después de realizar nuevos secuestros y ataques a la fuerza pública. Es esto un deseo de paz? De la actual liberación se está hablando desde hace varios meses, sin llegar a su consumación, bajo todo tipo de pretextos infundados.
Ambos grupos coinciden en su comportamiento altamente ambiguo, eso sin mencionar a los amigos comunes dispersos a lo largo del mundo. Ojalá alguna vez sus palabras coincidan con sus actos, por bien de la sociedad.
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