
Facebook contrató a la agencia de relaciones públicas Burson-Marsteller para dirigir la atención de periodistas, analistas y blogueros hacia determinadas prácticas de recopilación de información de los usuarios de Internet.
Esa estrategia desnudó la rivalidad entre estas compañías. Facebook desea expandirse más allá de su plataforma y Google trata de entrar en el universo de las redes sociales.
Soghoian pidió a Burson-Marsteller que le notificara quién era su cliente y la empresa se negó y argumentó que la información que le estaban facilitando era pública.
Facebook, empresa de empresa de Mark Zuckerberg, solicitó que su nombre quedara en un segundo plano, y que se diera a conocer información que está disponible públicamente. Esa información podría entonces ser repetida de forma fácil e independiente por cualquier medio.
Burson-Marsteller admitió que esa práctica "no era un procedimiento estándar" y que iba en contra de sus "políticas", aceptando que debieron haber rechazado el contrato bajo esas condiciones.
Los acusados negaron la autorización o la intención de realizar una campaña difamatoria. Afirman que la asociación con Burson-Marsteller buscaba usar la información pública disponible de fácil verificación por cualquier usuario de red.
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