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lunes, 12 de julio de 2010

SURÁFRICA EN EL RETROVISOR

Durante un mes, la gran mayoría de la población mundial dirigió su mirada a la zona más caudal del continente africano; el planeta vivió un verdadero balompié-centrismo. Color, fiesta, música, juego, se convirtieron en ingredientes obligados del ambiente gestado en el nuevo Babel. 

Los instantes previos estuvieron enmarcados por el ambiente tradicional de expectativa para todos, presupuestando resultados deportivos de acuerdo al favoritismo, y causando un hambre desesperada de mundial.

La fiesta tuvo un comportamiento variado, en su inicio algo plúmbea, pero atractiva a paso lento y firme, denotando tragedias prematuras para algunos, así como abriendo sendas maravillosas para otros.

SURÁFRICA CUMPLIÓ

Muchos consideraron un riesgo inmesurable el realizar la fiesta futbolística más importante del planeta, la segunda más seguida en el deporte mundial después de los juegos olímpicos, en África.

Esbozos de inseguridad, tras referencia de robos a periodistas y seleccionados internacionales; lentitud en las obras de los estadios habilitados así como en espacios públicos para los turistas esperados; historia de violencia local y en los países vecinos; crisis económica mundial; éstos y otros más obstáculos amenazaban con aminorar el festín.

No obstante, durante el mes de mundial, Suráfrica demostró ser un excelentísimo anfitrión, llenando de regocijo cada rincón de las ciudades hospedadoras, en una foto viva multicolor, a ritmo de las vuvuzelas, grandes protagonistas de esta cita.

Quizás salieron a flote algunas carencias naturales de primerizos, pero todas ellas fueron ampliamente camufladas por la calidad humana de los surafricanos, quienes adoptaron a los demás vecinos del planeta, para demostrar sus ganas y carisma.

Muchos de los resultados fueron inesperados, pero nunca se perdió el interés por el desarrollo de cada partido, de cada fase. Algunos resultados parecieron injusto, otros apretados y diferentes a la realidad del partido. El futuro fue tan incierto que un pulpo alemán, Paul, se convirtió en el protagonista del mundial al 'acertar' en los ganadores de los partidos decisivos.

EFECTO GOLIAT

Existen seleccionados que llevan estampado en su camiseta un estigma de favoritismo adquirido históricamente por su juego, su estilo, su cultura futbolística y, naturalmente, su palmarés: Brasil, Italia, Alemania, Inglaterra, Francia, Argentina.

De igual forma, grandes nombres del fútbol mundial, estandartes de los clubes más famosos, héroes en las ligas más representativas, llegaban con un tapete rojo desenrrollado desde hace ya varios meses, bajo la expectativa de grandes hazañas.

Sin embargo, en esta oportunidad las circunstancias no resultaron tan favorables.Los finalistas del 2006,  Italia y España, regresaron precozmente a sus casas, ocupando el último lugar de sus grupos, sin ganar ningún partido, con la mácula del pésimo juego.

Incluso los galos entremezclaron la crisis deportiva con la social y comportamental, con  la expulsión de Anelka al enfrentarse verbalmente con el técnico Domenech, el cese de entrenamiento como acto pueril, y la falta de modales de principio a fin.

Nombres rodeados de laureles se desgastaron en las placas del mundial. Messi, para muchos el mejor del mundo, intentó e intentó, pero ni un gol marcó; Cristiano Ronaldo, el más costoso, brilló como un jugador de centavos de euro; una lista vergonzosa engrosada por Rooney, Cannavaro, Kaká, Ribery.

Algunas selecciones obtuvieron tiquete a segunda ronda dejando dudas gigantes. Chile se fue con más promesas que ganancias, con una derrota mental primaria ante España y Brasil. Inglaterra lideró su grupo con la misma distancia de la eliminación en primera ronda; no fue contundente, algo evidente en el partido ante Alemania, sin tener en cuenta el gol legítimo anulado a Lampard.

En cuartos de final murieron las 'potencias' suramericanas: Brasil y Argentina. La verdeamarela jugó un primer tiempo desbordante ante Holanda, llevándose un triunfo parcial que pudo ser abultado; pero el segundo tiempo fue diferente, y Holanda supo desarrollar su propio juego, además de aprovechar la superioridad numérica. 

Argentina cayó goleada por Alemania, después de haber goleado a México, y abrió la polémica en torno a las limitaciones de Diego Armando Maradona como técnico, pese a su hoja de vida como uno de los más grandes jugadores de todos los tiempos.

UNA AGUJA EN UN PAJAR

Algunos intentaron brillar, pero sus aportes no fueron suficientes para evitar la caída de sus escuadras. Drogba, uno de los mejores artilleros del mundo, se lesionó en la fase de preparación, y fue baja importante para Costa de Marfil; intentó, hasta marcó un gol, pero no alcanzó. 

Julio César ostentaba el antetítulo de mejor arquero del mundo, lo cual lo candidatizaba en primera línea al guante de oro, protegiendo el arco de la selección que más favoritismo tenía para quedarse con la copa del mundo, la brasilera; pero encajó tres goles que le dieron tiquete de regreso, lo cual calificó como "una puñalada al corazón".

Eto'o venía con el perfil del más reciente récord de tres finales de la Liga de Campeones de Europa en forma consecutiva, habiendo anotado en dos de ellas; pero su don futbolístico se diluyó, y por el contrario, fue promotor de disensiones al interior de Camerún.

El portero nigeriano Enyeama, que milita en el fútbol israelí, se mostró como uno de los porteros revelación de la primera ronda; sin embargo, un error suyo favoreció la derrota ante Grecia, y su excelente desempeño no aportó lo necesario para clasificar.

LA PALIDEZ DEL CONTINENTE NEGRO

En las últimas ediciones mundialistas los seleccionados africanos han sido protagonistas por su fútbol dinámico, de alto rendimiento, amenazante y demoledor, a tal punto que llegaron a humillar, o al menos amedrentar, a algunas de las potencias.

Este antecedente reciente acrecentaba las ilusiones de un desempeño memorable en la edición mundialista en la que serían  locales, teniendo presente que contaban con cartas amenazantes como Drogba, Eto'o, Pienaar, Asamoah, y otros más.

Pero el sueño se convertiría en pesadilla. Primer ejemplo, Suráfrica; por pimera vez un local no pasa a segunda ronda, pese a haber ganado ante Francia. Argelia mostró un esquema interesante que le llevó incluso a robar un punto al favorito Inglaterra, pero se estancó en el fondo del grupo. Nigeria, candidato junto a Argentina, se vio amedrentado por sus tres rivales y se amarró al último lugar, pese a contar en su arco con uno de los mejores porteros. Costa de Marfil demostró ser completamente Drogba-dependiente, qudando eliminada, pese a hacer los mismos puntos de Portugal.

Las esperanzas continentales quedaron en Ghana, quienes repitieron la hazaña de Camerún en Italia 90 al alcanzar los cuartos de final. La alegría pudo ser mayor, pero el adagio popular reza sabiamente que "a la puerta del horno se quema el pan". 

Assamoah Gyan surgió del anonimato para convertirse en el referente goleador del equipo. Sin embargo, por auqellas ironías de la competencia, fue un villano cuando desperdició la pena máxima en el último minuto del segundo tiempo de prórroga que significaba medio paso en las semifinales. Luego la tragedia se consolidó con el triunfo uruguayo desde los doce pasos.

LA JUSTICIA COJEÓ PERO NO LLEGÓ
Una de las polémicas más grandes se centró en la calidad del arbitraje. Quizás el inicio somnífero del mundial no permitió prever algunas falencias que la segunda ronda desató. 

El detalle más grande de esta instancia fue el gol anulado por el árbitro de Malí, Koman Coulibaly, a Estados Unidos ante Eslovenia, lo que negó la victoria a los norteamericanos. También hubo un evento grave en el encuentro entre Brasil y Costa de Marfil, donde el francés Stephany Lannoy validó un gol de Luis Fabiano con apoyo previo con la mano. 

Dos de los árbitros más importantes, candidatos a dirigir la final, pasaron al paredón de las grandes críticas. Jorge Larrionda de Uruguay invalidó un gol lícito de Lampard que en su momento hubiese representado el empate a dos tantos y desarrollado un panorama distinto del partido entre ingleses y alemanes.

El italiano Roberto Rosetti, en la misma fecha, protagonizó un escándalo catedralicio. Validó el primer gol del partido en favor de Argentina, con un fuera de lugar evidente de Tévez. Durante un par de minutos la duda fue evidente para el central y su asistente, quien miraba con nerviosismo en todas las direcciones. Una tragedia total.

El premio de consolación para mexicanos e ingleses fue la designación de sus representantes arbitrales para pitar los juegos de tercer y cuart puesto y la final respectivamente. Todo este maremoto puso en el escritorio nuevamente la propuesta de añadir ayudas electrónicas para evitar injusticias.

Otros jueces no tuvieron jugadas tan controversiales, mas esto no representa una calidad superior en el ejercicio del arbitraje. Pocos tuvieron la fortuna de salir invictos de alguna manera.

REVELACIONES

Uruguay sin duda fue la selección que superó enormemente sus expectativas. Clasificó a tientas por repesca ante Costa Rica, después de una tambaleante eliminatoria suramericana. Poco a poco superó a sus rivales, y se convirtió en el único representante de la CONMEBOL en el podio.

Estados Unidos representó un sentimiento enraizado por el buen fútbol, más allá de las presunciones. Opacó a los ingleses, remontó un marcador adverso de dos goles en contra y le fue arrebatada la victoria por un desatino del juez, y en forma sufrida obtuvo el triunfo por la mínima diferencia en su último encuentro, clasificando como primeromde grupo. Llegó hasta el alargue de la segunda ronda, sucumbiendo ante los ghaneses.
Japón se impuso ante Camerún y Dinamarca con un fútbol práctico y respetuoso, seguro en defensa y amenazante al ataque, con un arma aparentemente secreta pero contundente: la pelota quieta. Sólo los doce pasos le despidieron del mundial ante Paraguay.

La caída de las grandes figuras indiciduales direccionó la mirada a nuevos héroes: Müeller y Özil de Alemania, Gyan de Ghana, Elia de Holanda, los porteros Enyeama de Nigeria y Eduardo de Portugal, Villa y Busquets de España, entre otros. 

LA ESTRELLA FUGAZ SURAMERICANA

Por primera vez en la historia de los mundiales, la totalidad de las selecciones representantes de suramérica clasificaron a segunda ronda. Lastimosamente el esquema prediseñado obligó a eliminarse entre sí a Brasil y Chile, con resultado favorable a los pentacampeones.

Tan buen desempeño generó inquietud por el número de cupos a la cita mundialista de 2014, tras la localía verdeamarela. Una visón sobredimensionada hacía apostar un cuarteto suramericano entre los restantes sobrevivientes, pero los resultados casi aniquilan por completo el sueño.

Holanda venció con inteligente a un Brasil altamente favorito que pagó con creces una transformación desafortunada de treinta minutos. Argentina llegó pensando en derrotar a los teutones con supremacía, y regresó a casa con el marcador en contra más abultado de los cuartos de final. Paraguay fue el de mejor desempeño entre estos tres, y aun así fue eliminado por España. Uruguay salvó la esperanza.

SABOR AGRIDULCE

El segundo y tercer puesto del torneo quedaron en manos de las selecciones que se perfilaban como favoritas para la final, al menos durante el desarrollo del mismo: Holanda y Alemania.

Países Bajos había completado un invicto de dos años y había ganado todos los partidos jugados hasta la final. Tuvo la oportunidad de quedarse con el título en dos jugadas obvias en los pies de Robben, pero el resultado fue tan triste como en el 74 y 78.

Alemania fue el equipo más efectivo del mundial con dieciseis goles, con la imagen de un equipo contundente en el contragolpe y promotor de grandes promesas del hoy y del mañana, figuras muy jóvenes que llevaban consigo el campeonato juvenil europeo. Su favoritismo se dilató al deshacerse contundentemente de dos rivales fortísimos: Argentina e Inglaterra.

LOS GRANDES DEL MUNDIAL
Del campeón hubo notorio protagonismo en Iker Casillas, quien se quedó con el guante de oro por sus espectaculares atajadas, de las cuales se destacan el penalty ante Cardozo de Paraguay, dos atajadas cruciales ante Alemania, y las inolvidables atajadas de la final ante el holandés Robben. Le acompaña Villa, quien se convirtió en el máximo anotador de España.

El botín de oro le correspondió a la revelación alemana, Müeller, quien se deshizo de la igualdad en goles con Villa, Sneijder y Forlán, por mayor cantidad de asistencias. Un jugador desequilibrante cuya ausencia pesó enormemente en la semifinal.

Los subcampeones pusieron en vitrina a dos grandes: Sneijder y Robben. El primero fue siempre candidato al balón de oro tras su inteligencia con el balón en condición mixta de creador y promotor de ataque.El segundo se soltó poco a poco tras venir de una lesión, y aportó dinámica y peligro.

Pero, sin lugar a dudas, el mayor de ellos fue el uruguayo Diego Forlán, copartícipe del empate a 5 goles en los artilleros del torneo, dueño de la batuta celeste, dinámico, ponente de fútbol de calidad, lo que le representó el balón de oro. No hubo un solo partido de Uruguay en el que Forlán no se haya destacado.

ESPAÑA CAMPEÓN

Hace un poco más de dos años la 'roja' tenía un peso frustrante. A excepción del cuarto lugar en el mundial de 1950, la madre patria había acumulado una serie de fracasos dolorosos en todas las competencias internacionales.

Siempre fue catalogada como una favorita virtual, porque llegaba a ser cabeza de grupo en Eurocopa, eliminatorias y fase final del mundial, pero no tenía en su vitrina ningún título que lo respaldara, a excepción de las medallas en los olímpicos, por lo cual había un sentimiento que rozaba con la resignación.
Pero una generación contemporánea anunciaba poco a poco el futuro glorioso español. La suma de el mejor equipo de fútbol de la actualidad, Barcelona, y el mejor del mundo en el siglo XX, Real Madrid, con otros aportes regionales, sugerían una necesidad de éxito nacional.

El sabio de Hortaleza, Luis Aragonés, despertó del letargo a los ibéricos, sacándolos del sello de la 'furia roja', para adentrarlos en un fútbol alegre y desbordante que los condujo al lugar más alto de las competencias en Europa. Una vez obtenido el campeonato entregó el cargo.

Vicente Del Bosque recibió un diamante que ya se había pulido, pero que esperaba el retoque para la perfección. Algunas cosas cambiaron, tanto en estilo como en la adhesión de algunos nuevos elementos, con esqueleto catalán y mentalidad madrilista.
Tuvo una ronda eliminatoria prometedora, con lo cual alcanzó a destronar a Brasil en el escalafón de la FIFA, al menos por un tiempo, y se alimentó de favoritismo con buen fútbol y resultados, adornados por excelentes partidos de preparación.

Por eso la derrota en el debut ante Suiza se convirtió en un golpe doloroso pero positivo, porque aterrizó al país y a la selección, obligándolos a recuperar aquello que les caracterizaba y que habían dejado esfumar por aparente exceso de confianza.

Desde entonces una seguidilla de triunfos sufridos, con dominio total del balón, proponiendo el buen fútbol pero con escasa definición, permitió superar a rivales como Honduras, Chile, Portugal, y Paraguay, siendo este último el rival que mostró mayor dificultad.

En semifinales se encontró con el favorito en el momento para alzarse con la copa, el equipo teutón. Contra todo pronóstico, España hizo ver tan deslucida a Alemania que resultaba increíble cómo un dominio tan marcado se definiera apenas por un gol en el último tramos del partido.

La final fue enredada pero memorable. Holanda jugó con agresividad, recurriendo a las faltas tácticas, y en ocasiones a las irresponsables. Habían anulado la partitura de la sinfonía roja que estaba escrita a lo largo del mundial. 

Vale la pena anotar que las dos jugadas más claras del partido, con las que se hubiese podido definir  en favor de los holandeses, pero la falta de precisión de Robben y la calidad de Casillas mantuvieron la igualdad. Los 90 minutos se fueron en blanco.

El tiempo suplementario poco a poco fue inclinando la balanza en favor de España, aunque las situaciones parecían presentarse en forma pareja. A cuatro minutos del final, cuando todos se preparaban para la definición de los doce pasos, llegó el gol de Andrés Iniesta, y puso el sello definitivo.

Esta selección fue menos que la conocida en los últimos dos años, y aun así, obtuvo el éxito más importante para una nación de tradición futbolística, dueña de una de las ligas más representativas del mundo, pero ávida de títulos palpables.

Casillas fue la gran figura; él es la razón de las dos terceras partes del campeonato. Villa se convirtió en el goleador español por definición. Otras grandes figuras, con curriculum envidiable, no fueron tan importantes, o aparecieron a media máquina, como el caso de Torres, Xavi, Puyol e Iniesta. Este último, sin embargo, se adueñó de la principal hazaña, marcar el gol del título.

COLOFÓN

Un mundial muy diferente, pero conservando la intriga, las sorpresas, la fiesta, la expectativa, las lágrimas ambiguas, que hay en todos. La copa se queda en Europa, en manos del combinado con presente más importante, y pasado más amenazante. Enhorabuena por España. Llegó el tiempo de pasar la página, porque Brasil 2014 está asomándose, y el tiempo pasa volando.

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