¿POR QUÉ RESULTA FÁCIL VOLVERSE GRINCH?

Julio...se ven cometas. Agosto...corazones en todas las vitrinas. Septiembre...un juego de telarañas y máscaras. Octubre...increíblemente se empiezan a observar vestigios de árboles y algunos otros adornos navideños en algunas casas. Noviembre...las emisoras radiales transmiten con sutileza algunos comerciales con tono decembrino.

Cuando llega Diciembre muchas personas ya se encuentran tan saturadas que no sientan esta temporada como una oportunidad de deleite, sino como un evento latoso, o en el mejor de los casos, una fiesta más. El ambiente en general, especialmente el urbano, en muchos rincones del planeta, se viste de rojo y verde, estimulando a los ojos en la misma forma en que caerán seducidos los demás sentidos; el gusto se estimula con natilla, bueñuelos, pavo, tortillas, entre otros, según las costumbres de cada región; los oídos se mueven voluntaria o involuntariamente al son de villancicos y música tropical de fin de año; el olfato siente la necesidad de discernir con finura; y el tacto convierte en algo real lo que parece una imagen fantasiosa.

Durante once meses la gente suele hacer gimoteos permanentes por causa de la crisis económica mundial sus repercusiones, pero una vez llega el último mes del año el consumismo reina en forma inatajable. Se montan pesebres de todos los estilos, y es extraño encontrar un espacio libre de adornos. La gente está pendiente de los regalos y la rumba.

Todos felices celebrando la fiesta más especial del año, llena de luces, recordando su personaje central: Santa Clauss. Ehh? Cómo? Qué es esto? No sólo se ha vuelto una temporada superficial por beneficiar únicamente al monopolio comercial, sino por la irresponsable actitud del grueso de la sociedad, quienes consideran a este sujeto obeso mórbido, anciano, con traje rojiblanco, como el dueño de la festividad.

Acaso se han tomado la molestia de interpretar la palabra navidad? Viene de natividad o nacimiento, recordando la venida al mundo de Dios hecho Hombre: Jesucristo. Noel es recordado por los regalos que supuestamente mete a través de una chimenea; a Cristo lo han olvidado, pese a haber traído verdaderamente el regalo más importante: la vida eterna (Jn 17:3).

Será que quienes ven a San Nicolás como el gran héroe se hubiesen sentido felices en la infancia si en su fiesta de cumpleaños todos asistieran y disfrutaran pero ninguno les hubiese al menos saludado? Porque eso es la navidad de hoy en día.

Todos hablan de regalos, fiesta, compartimiento, risas, pero nada de esto está dirigido al homenajeado. A veces envidio al Grinch. Si esta patética batahola es la navidad, prefiero jugar a rechazarla, aunque seguiré amando y agasajando al único que lo merece: Jesús de Nazareth.