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martes, 17 de abril de 2012

FERIA DEL LIBRE

Teniendo la oportunidad de deleitarme con un nuevo libro que azuzara mis sentidos, decidí hacer uso de mi derecho a 'releer'. Y precisamente en aras de validar dicha filosofía tomé en mis manos la fuente de esa y otras pautas de lectura: "Como una novela" del francomarroquí Daniel Pennac.

La primera vez que me contacté con esta obra gozaba de las futilidades de mi adolescencia, en la cual la ausencia de amor por la literatura, otro de los derechos sugeridos por Pennac, era mi conducta más reiterativa, por lo cual la miré con displicencia.

Irónicamente, quince años después, me vería subyugado ante este breve escrito. En esta oportunidad, aunque contaba con la libre elección de 'saltar las páginas', me embebí en cada uno de sus polémicos pero certeros postulados, en favor de todo tipo de lectores, desde los más aguerridos hasta los más indolentes.

Abrí al azar y leí un pequeño fragmento de una página algo afectada por el tiempo y el encierro, según lo descrito por su amarillez: "El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal. Habita en bandas porque es gregario, pero lee porque sabe que está solo. La lectura no toma el lugar de nadie más, pero ninguna otra compañía pudiese reemplazarla".

No tenía nada más que decir o hacer. Sabía que lo leería desde el principio, en orden, analizando cada minucia, encontrando una extraña y predictiva similitud entre lo descrito por Pennac y la metamorfosis que había sufrido como lector en estos años.

A propósito de la feria internacional del libro de Bogotá, próxima a inaugurarse en la capital colombiana, siento un deseo entrañable, catalizado por este magno librillo, de sumergirme en nuevas letras entretejidas en formas diversas, según el gusto de los autores.

Escatimo a la hora de comprar vestidos, hago cuentas demasiado austeras al buscar alimento, soy prevenido con ciertos gastos de movilización; pero la literatura es un vicio que no encuentra mayores obstáculos en mis finanzas.

Daniel Pennac no tiene la más mínima idea de su impacto en mi estilo como lector, y aun como escritor (aunque me resulta osado adjudicarme dicho título). Fui libre de no leer, de leer a medias, de leer mal. Ahora soy libre de obsesionarme con el mundo de las letras, y no quiero reformarme.

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