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sábado, 23 de abril de 2011

AL ROJO VIVO

Llama la atención la desesperada campaña de muchos hombres de ciencia por deslegitimar cada una de las obras de Dios que se encuentran registradas en la Biblia, con un afán de otorgar los beneficios descritos a la naturaleza.

Es el caso de un grupo de investigadores estadounidenses quienes aseguran que el viento jugó un papel trascendental en el desarrollo de la división de las aguas del mar Rojo, en el famoso suceso en que el pueblo de Israel abandonó la esclavitud soportada en Egipto, bajo la dirección de Moisés (Ex 14). 

Un viento del este de aproximadamente 101 km/h pudo soplar durante la noche, haciendo retroceder las aguas en una curva en la que se cree que un antiguo río se fundió con una laguna costera. Con el agua retirada de ambos cauces, se habría abierto un pasaje de tierra por el que podrían haber escapado el pueblo hebreo. Una vez los vientos dejaron de soplar, las aguas volvieron a su cauce, cubriendo el pasaje.

Esto se entiende con la dinámica de fluidos. Los vientos mueven el agua de una forma acorde a las leyes de la física, creando un pasaje seguro con agua a ambos lados y luego permitiendo abruptamente al agua volver.

Este es el resultado de emulaciones computarizadas elaboradas por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR por su sigla en inglés) de Estados Unidos, encabezado por Carl Drews.

El estudio es parte de una investigación más amplia sobre la influencia de los vientos en el nivel de profundidad de las aguas, y en la que también se analiza cómo los tifones del Pacífico pueden crear marejadas.

Lo curioso no es que cada día se detecten nuevos elementos científicos que justifiquen los acontecimientos que durante miles de años han soportado motivaciones de fe de un sinnúmero de creyentes monoteístas.
Qué importan los vientos, las aguas, las corrientes, la tierra? Toda la naturaleza está sujeta a Dios (Mr 4:39-41). El milagro no radica en el suceso físico como tal, sino en el que se presentara en el momento indicado, beneficiando solo a los necesitados.

Qué hilarantes son aquellos que se adjudican el dominio del conocimiento de los enigmas del mundo, cuando el Dueño del Universo mantiene los secretos a salvo, solo asequibles a aquellos cuyo corazón es digno de conocerlos (Dt 29:29; Jr 33:3).

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